lunes, 14 de abril de 2008

Globalización y soberanías nacionales.

En el presente tiene por finalidad observar, analizar y vislumbrar como la globalización ha modificado el entorno en el cual nos desenvolvemos. De que forma ha favorecido o dificultado nuestras relaciones con el entorno y como han afectado las soberanía de la nación y sus instituciones.

La globalización es una red de interconexiones e interacciones económicas, políticas, sociales y culturales complejas entre los estados y las sociedades. Las cuales han sufrido una espectacular aceleración en las últimas tres décadas. La revolución tecnológica, particularmente en el campo de los transportes, las telecomunicaciones y las tecnologías de la información (TIC), han hecho aún más tupidas y complejas las redes de interdependencia que se vienen tejiendo desde la expansión europea y el surgimiento del capitalismo.

Lo que hoy se denomina globalización, de forma un tanto imprecisa, expresa este proceso acelerado por el que cada vez más problemas y actividades humanas pasan a tener dimensiones globales u organizarse a nivel mundial, y por el que las decisiones y acontecimientos producidos en un lugar del mundo pasan a tener consecuencias, a menudo imprevisibles, en otras partes del mismo. Los ejemplos del deterioro ambiental, las migraciones o el subdesarrollo han sido utilizados a menudo para ilustrar esta realidad.

El proceso de globalización no puede separarse de la progresiva preeminencia del mercado como eje organizador de los intercambios y las finanzas mundiales. La integración de las economías nacionales en un vasto mercado global es una de las transformaciones más profundas que ha vivido el sistema internacional. Los procesos de apertura y liberalización que han atravesado casi todos los países en estos últimos años aún con distinto grado de profundidad, así como los avances tecnológicos- han permitido que el libre flujo de bienes y capitales, ignorando las fronteras, se eleve a niveles desconocidos en otras épocas.

En ningún otro ámbito ha sido este proceso tan acelerado y tan visible como en el monetario y financiero quizás porque lo vemos reflejado en los sistemas de producción de los países. El mercado internacional de capitales privados, en apenas tres décadas, ha alcanzado proporciones impresionantes viéndose reflejado en la creación de instrumentos financieros más sofisticados trayendo como consecuencia la aparición de
nuevos operadores, el uso intensivo de la informática o tecnología de la información (TIC) las cuales tienen por finalidad generar interconexión no sólo de las personas sino también de los mercados global (organizaciones) funcionando las 24 horas del día los siete días de la semana

La globalización y la privatización de la economía mundial, particularmente en el orden monetario y financiero, tiene profundas aplicaciones para la existencia del Estado-nación independiente y soberano, que sigue siendo un supuesto fundamental del actual orden internacional.

Los estados nacionales están perdiendo el control de importantes esferas de actividad pública, como la oferta monetaria y los instrumentos esenciales de la política económica.
Esto significa que el contenido de la soberanía nacional y el papel del Estado-nación como actor de las relaciones internacionales se diluyen progresivamente en un vasto mercado global. Por otra parte, el proceso de globalización también implica tendencias a la fragmentación que erosionan "desde abajo" la noción de Estado-nación: grupos sociales excluidos del mercado, grupos que reivindican su identidad nacional y su derecho a la diferencia ante dinámicas homogeneizadoras, o estados integrados por distintas nacionalidades -a veces por la fuerza- que se debilitan y/o fragmentan.

La sociedad internacional de la guerra fría puede ser un claro ejemplo de lo que señalo ya que muestra erosiones de la soberanía del Estado a esto agregar creciente poder y movilidad de los actores transnacionales privados, esto es, de grandes corporaciones que no responden al interés común, sea en el plano nacional o global, y que encuentran en un mercado mundial desregulado al máximo el terreno propicio para la búsqueda del máximo beneficio. Para esto movilizan grandes montos de capital y desplazan de un lugar a otro las actividades productivas, lo que a menudo tiene profundos efectos desestabilizadores para la economía real, el empleo, el bienestar de la población y el medio ambiente

Sin embargo, este proceso no afecta a todos los estados-nación por igual. Si hay algo que ha caracterizado históricamente al sistema internacional ha sido la jerarquía y la desigualdad, al conformarse una estructura de poder económico y político en la que el occidente industrializado ha ocupado el lugar central. Los países más pobres de la periferia (Sudamérica puede ser un ejemplo claro para este caso), a causa de una su debilidad económica -agravada incluso durante la "década perdida del desarrollo" de los años 80- son mucho más vulnerables a las convulsiones de los mercados financieros y a las decisiones adoptadas en el Centro (países desarrollados e industrializado).

Aspectos decisivos para la estabilidad y el desarrollo, como los tipos de interés, las barreras proteccionistas o los precios internacionales de las materias primas, pueden verse muy afectados. La vulnerabilidad frente a las fuerzas económicas transnacionales trae para la nación el debilitamiento de la soberanía nacional, los procesos de privatización y globalización económica también cuestionan la noción y la práctica de la democracia representativa.

Como ha señalado David Held, “la democracia parece haber sido reconocida casi universalmente como la mejor forma de gobierno justo en el momento histórico en el que su eficacia como forma nacional de organización política comienza a ser cuestionada por las dinámicas de la globalización” David Held afirma con esto que
La idea de que una comunidad nacional se gobierna a sí misma y que determina su propio futuro -una idea que está en el corazón del sistema democrático mismo- es profundamente problemática hoy en día.

En efecto, ¿cuál es el significado real de la democracia cuando el Estado se va convirtiendo paulatinamente en una "cáscara vacía" sin capacidad de toma de decisiones sobre aspectos vitales para la vida y el bienestar de sus ciudadanos, en donde los movimientos sociales son un instrumentos de participación que posee los ciudadanos frente a un estado que se muestra incapaz frente a las demandas de la ciudadanía.


Será el mercado quien sea protagonista y piedra angular para desarrollo de políticas públicas y no al revés como lo señala la teoría ¿Será solamente función del estado otorgar y resguardar las condiciones mínimas y necesarias para la supervivencia del hombre a una sociedad cada vez interconectada azotada por los cambios constante y permanente propios del mercado? O será función del estado dentro de una sociedad internacional canalizar las demandas por medio de instituciones legitimas y eficientes presentándose como estructura político-social fuerte el cual garantice la seguridad a los colectivos humanos, tanto en su interior como frente a otros estados proporcionando un cierto nivel de solidaridad social, asumiendo una función de redistribución de la riqueza y de prestación de los servicios públicos esenciales.

Según lo estudiado la tercera opción representa fielmente la importancia y el papel que juega el estado frente a un globalización o mundialización de la sociedad; ya que habrá de recordar que la soberanía del Estado permite a los países ricos frenar los flujos migratorios en sus fronteras y mantener así su elevado nivel de bienestar social; por último, el Estado continúa identificándose como punto de referencia/aglutinante cultural No existe ninguna estructura supranacional capaz de dar respuesta a los problemas globales en sustitución de los Estados.

La soberanía se define en su concepción formal, sobre la base de dos elementos o bases la igualdad y la independencia de los Estados. Desde una perspectiva menos formalista, la soberanía puede enunciarse como el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, tanto desde un punto de vista político como económico. No obstante, este concepto teórico de soberanía estaría incompleto si no se vincula a la noción de competencia.

Para seguir siendo efectiva, el concepto y la práctica de la democracia ha de adaptarse a la dimensión mundial de la economía y a los problemas que plantea un mundo interdependiente. Esto requiere, entre otras exigencias, redefinir la forma, el papel, las competencias, las formas de representación y control y los procesos de toma de decisiones de los organismos regionales e internacionales, así como su relación con los estados y la sociedad civil. Esta redefinición afectaría a aquellos ámbitos en los que el nivel internacional parece ser la más adecuada gestión monetaria y financiera, medio ambiente y gestión de espacios comunes, entre otros-. También implicaría abordar procesos de descentralización de cara a los niveles locales de decisión, aunque este es un asunto que excede los límites de este traba o. En el caso de las entidades de carácter supranacional o internacional, se debería dar respuesta por lo menos a tres exigencias:

 Eficacia: las nuevas instituciones y regímenes globales deberán tener las competencias y la autoridad necesarias para garantizar una gestión eficaz de asuntos que afecten a la seguridad global, a la gobernación económica internacional y a la gestión sostenible de los recursos y el medio ambiente común. Un corolario de la eficacia es la subsidiariedad, otorgando competencias sólo en aquellos ámbitos en los que la gestión común permita superar las carencias de los entes estatales.

 Democracia: las nuevas instituciones y regímenes internacionales deberán ser compatibles con los principios democráticos de representación, control, rendición de cuentas y balance de poderes, y buscar soluciones públicas donde hoy sólo operan las fuerzas de mercado.

 Equidad: como corolario de lo anterior, se debe garantizar una representación justa de todos los países, evitando que los sistemas de toma de decisiones reproduzcan y/o profundicen la desigualdad económica y la jerarquía de poder del sistema internacional.


Desde esa perspectiva, la soberanía puede identificarse como "la titularidad originaria del máximo de competencias compatibles con aquellas, iguales, de las que gozan los demás Estados", o como "el conjunto de competencias atribuidas al estado por el derecho internacional ejercitables en un plano de independencia e igualdad con los demás Estados". La noción de soberanía va indisociablemente unida a la noción de Estado. Desde un punto de vista teórico, la soberanía constituye el fundamento, y el ejercicio de las competencias soberanas la consecuencia. Se puede delegar/atribuir el acción de competencias soberanas a una organización internacional, pero no se transfiere la soberanía misma. Cuando los Estados limitan o transfieren el ejercicio de sus derechos soberanos ejercen su soberanía. Sin embargo, en la práctica, la existencia de soberanía sólo puede manifestarse a través del ejercicio de dichas competencias soberanas.

Por lo tanto, para averiguar si los Estados continúan siendo soberanos, bastará con determinar si éstos siguen ejerciendo las principales competencias que hoy día se relacionan con dicho concepto

En el ámbito externo, las competencias de defensa y la autonomía en la dirección de su política exterior, El monopolio de la coacción en el ámbito interno. En tales circunstancias, y salvo algunos casos excepcionales, los Estados continúan siendo soberanos, al menos formalmente.

Incluso en el ámbito de la Unión Europea, los Estados siguen ejerciendo los funciones esenciales atinentes al núcleo central de la soberanía. Las limitaciones que impone la globalización al ejercicio eficaz de las competencias soberanas no son mayores que las derivadas del desigual reparto de poder en la sociedad internacional. Estas últimas han existido siempre (especialmente tras el proceso descolonizador del pasado siglo) y, salvo para los negadores del derecho internacional, nunca han puesto en cuestión la existencia del Estado y, por ende, del principio de soberanía. En la actualidad, el Estado continúa siendo el principal núcleo de poder en la sociedad internacional66 y, en consecuencia, permanece como eje central en torno al cual se articula el derecho internacional. Por lo tanto, persiste la vigencia de la noción de soberanía como elemento constitutivo del Estado y base del derecho internacional actual.

Ello no debe obstaculizar la identificación de los vectores de evolución que han modelado este concepto, al aumentar cuantitativa y cualitativamente los límites del Estado en el ejercicio de sus derechos soberanos.

Como corolario de ese proceso, se ha ido reduciendo de manera ostensible el ámbito de aplicación de la excepción de competencia doméstica contenida en el art. 2 (7) de la Carta de Naciones Unidas. En última instancia, considero que la afirmación de la pervivencia de la soberanía de los Estados tiene una importancia capital, no sólo para la comprensión del ordenamiento jurídico internacional, sino desde un punto de vista político y social.

Bibliografía:


 Globalización y Soberanía de los Estados. PDF

 Globalización y Gobernabilidad global. PDF

 Globalización, Identidades Colectivas y Ciudadanía. PDF

 Globalización; Perspectivas de una País Pequeño. PDF

 La Globalización. Un Concepto y sus Problemas. PDF